En España también habríamos encarcelado a Gandhi


Vivimos un tiempo extraño, quizás tiene que ver con la profecía de los Mayas que habla de un fin de ciclo que se producirá el próximo 21 de diciembre de este 2012 y como todo el mundo sabe antes de que llegue la luz es necesario estar completamente en tinieblas, quizás una crisis provocada por múltiples factores, crisis de valores, crisis del sistema económico, crisis de estilo de vida o de cualquier otra cosa. Pero lo que parece claro es que esto que nos atañe y nos concierne no funciona y la realidad nos produce zozobra. Nos encontramos en una situación en la que es muy complicado discriminar lo correcto o lo incorrecto, cargada de confusión y con una necesidad imperiosa de obtener puntos de referencia, guías que nos digan por dónde podemos avanzar y cuál es el nuevo camino y realidad que se impondrá.

Mientras, fruto de esta desorientación surge la confusión por doquier y nos perdemos en la anécdota, en los detalles añadidos de la realidad sin comprender la esencia de las cosas, claro que no estamos solos en esto. Hay legiones de profesionales de la confusión que se dedican a enmarañar las cosas, a distraernos, de forma que se justifican acciones, decisiones políticas, diseño de presupuestos, nuevas legislaciones ad hoc para temas conflictivos que en situación normal ( ¿existe la normalidad, o quizás lo normal es que todo cambie todo el tiempo?), no se atreverían a proponer o imponer.

Pero bajemos a la arena y veamos de qué estamos hablando, hace unos días, tuvieron lugar unas concentraciones en torno al lema “ Ocupa el Congreso”, concentraciones que reivindican entre otras propuestas la dimisión del gobierno en pleno, así como la disolución de las Cortes y de la Jefatura del Estado, la apertura de un proceso constituyente transparente y democrático, a fin de redactar una nueva Constitución, la auditoría de la deuda pública de España, la reforma de la ley electoral con el diseño de un nuevo proceso electoral, la derogación inmediata de los recortes y de todas las reformas en contra del estado de bienestar tomadas con la excusa de la crisis, una profunda reforma fiscal, que haga pagar más a quienes más beneficio obtienen de la sociedad, la supresión de todos los privilegios de quienes ostenten cargos políticos o públicos, y la implantación de mecanismos eficaces de control en el desempeño de sus funciones, la paralización inmediata de todos los desahucios, y la creación de nuevos empleos, cuya primera premisa sea la sostenibilidad, y cuyo fin sea el desarrollo de la humanidad.

¿Pero de qué se habla casi todo el tiempo?, pues de la represión que recibieron los manifestantes por parte de la policía, de detenciones, agresiones, violencia que ocultan el hecho de que los miles de personas que asistieron y se comportaron en su mayoría de forma respetuosa y pacífica están exigiendo a los representantes del pueblo que se centren en el debate que necesitamos. Pero la cosa no acaba aquí, ayer sin ir más lejos se pudieron oír declaraciones de una importante responsable política afirmando que la ley del derecho de reunión es obsoleta y quizás va siendo hora de actualizarla, ya que es de 1983. Claro que mientras modificamos la ley se considera delito la resistencia pacífica, en España también hubiéramos encarcelado a Gandhi.

Creo que el debate no es este, no nos confundan por favor, somos un país en el que la democracia no tiene vuelta atrás y lo que los ciudadanos necesitan y exigen son decisiones y personas que resuelvan los verdaderos problemas que tenemos que se llaman desempleo, emigración de talento, aumento de la pobreza, recortes innecesarios en educación (este es otro gran tema de debate), privatización encubierta de la sanidad etc. En estos momentos se debe imponer la altura de miras y algo que estamos exigiendo de forma indirecta la ciudadanía es nuestro derecho a ser CIUDADANOS, no clientes o siervos.

Rafael Ramírez
rramirezgu@gmail.com

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